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Periódico Digital

5/12/13

La violencia: una factura histórica, que se paga ahora

La delincuencia en El Salvador ha llegado a un nivel de insostenibilidad que las autoridades de seguridad pública han impulsado medidas de represión drástica, igual de drásticas a la super mano dura impulsada por el gobierno anterior dirigido por Elías Antonio Saca.

La fuerza armada ha salido a las calles a controlar esta ola de
asesinatos que cometen supuestos pandilleros juveniles de zonas marginales del país. Estos hechos sobresalen en los noticieros  principales de todos los medios de comunicación, causando así pánico y zozobra entre la población.

La policía ha sido acuartelada y montan retenes en las principales carreteras, revisando los vehículos y realizan cateos en las diferentes colonias donde se percibe mayor violencia.

Las principales cárceles del país han sido sitiadas por miembros de la fuerza armada, según ellos para controlar las órdenes de asesinatos que salen de las mismas, las comunicaciones las tratan de neutralizarlas con equipo electrónico.

Los diputados están aprobando leyes para criminalizar automáticamente a los miembros de pandillas y últimamente  aprobaron un decreto que obliga al sector público a leer la biblia durante siete minutos en las escuelas.

Todos los sectores del Salvador hablan de soluciones, de curas, incluso el partido ARENA que gobernó por 20 años el país y que fue incapaz de controlar el crecimiento de las pandillas ha propuesto soluciones.

Gran parte de la solución le pide al gobierno que controle esta violencia imparable, los gritos de auxilio parecen no ser escuchados a pesar de la serie de medidas ejecutadas.

Dicotómicamente los sectores más poderosos del país elevan la vos para que el gobierno impulse medidas verdaderas para reprimir la delincuencia, y proteger los bienes privados aduciendo que las empresas gastan gran cantidad de sus recursos en el pago de seguridad privada.

Las sectas llamadas cristianas incluso la iglesia Católica a lo más que ha llegado es a rezar y orar o hacer manifestaciones de calles para pedir a lo público que la violencia pare de inmediato.

Todos tienen razón en querer que la violencia pare pero nadie tiene el valor de gritar las causas que engendran esta violencia. Nadie se hace asesino porque quiere ser asesino.

Todos parecen estar interesados que este problema se solucione,  pero nadie esta dispuesto a pagar su cuota para aportar desde su posición para curar esta herida social.

Las empresas en lugar de preferir a las personas de las zonas marginales las discriminan, aunque estas sean capaces de desempeñar un trabajo, sin importar que  tengan la capacidad académica y la solvencia moral necesaria para ingresar a sus zonas de trabajo y disminuir de esta forma la brecha social.

El estado  teniendo en sus manos un mapa de pobreza que señala las familias con escasos recursos no implementa junto a la empresa privada un plan para otorgar becas de estudio y asegurarles un puesto de trabajo al finalizar con éxito, porque hay gente de las zonas pobres que se esfuerzan tanto en estudiar para después no encontrar trabajo.

El estado en lugar de pagar gran cantidad de policías porque no promueve la figura de trabajador social o tutores a cargo de zonas especificas, personas con alta calidad humana y credibilidad académica y cristiana para dar seguimiento a los jóvenes en riesgo, asegurando la educación, el trabajo y el deporte.

Los diputados teniendo la facultad promover leyes ¿porque no prohíben de una vez por todas las armas de fuego?, declarar el país libre de toda arma ilegal sería una decisión sana.

Las familias más acomodadas porque no se hacen cargo de uno de los hijos de las familias en extrema pobreza para otorgar alimentación y asegurar estudio y formación para garantizar que el niño no tenga que correr la misma suerte de faltarle todo.

Porque las universidades privadas no  otorgan becas a la gente que tiene deseos de superación de las zonas en extrema pobreza.

Porque las empresas no se preocupan de su personal que tengan una vida digna asignándole prestaciones mejores de salud y salarios dignos.

Una ley que regule la ganancia en la venta de las  medicinas no ha sido terminada a pesar de ser urgente para que las familias de escasos recursos y que tengan acceso a la salud.

Al explorar todo esto parece que todos queremos acabar con la violencia pero nadie se hace cargo de le corresponde hacer.

La violencia tiene  origen histórico, la violencia es el resultado de una serie de procesos sociales que se han juntado y están pasando su factura ahora.

No queremos violencia pero los que andan matando son los hijos que hemos dejado por ahí como resultado de un amorío en una borrachera, una irresponsabilidad machista de nuestra sociedad.

La mejor manera de reducir la violencia no es huir de la gente peligrosa, colocando muros y seguridad por doquier, es conociéndole más, en sus necesidades sociales y colaborando  para que los recursos y las oportunidades bajen  hasta estos estratos.

La violencia se combate cuando la brecha social se estrecha, cuando los que tienen más se hagan cargo de los que tienen menos. Jesús tuvo razón cuando dijo: ”AMA A TU PROJIMO COMO A TI MISMO” (Lc 10,25-26). El prójimo que es el próximo, el más cercano a mi, ese es mi prójimo al que tengo que amar. Pero en El Salvador los muros son los que dividen una zona de otra y el que tiene,  nada quiere saber del que no tienen nada, como si fuera poco teme que le puede robar lo todo lo que que tiene.

Porque siempre tenemos frijoles tortillas y un poco de sal, y porque ama, solo tenemos pa medio pasar” es lo que dice la letra de una canción de protesta, una realidad a la que no podemos ignorar, algunos expertos dicen que la pobreza no tiene nada que ver  con la violencia, pero en El Salvador no puedo acompañar esta teoría.

La violencia no es producto de la casualidad, es una deuda  histórica que ahora la estamos pagando a un alto costo, ¿seguiremos cometiendo los mismos errores? ¿Podremos humanizar esta sociedad sin que los medios de comunicación dejen de llenar de basura la cabeza de nuestros hijos?.  Todos hemos colaborado para que la violencia sea sangrienta, ahora todos debemos colaborar para que la paz regrese, haz tu parte. Yo haré la mía.
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